La pandemia de Covid-19 ha abierto un debate sobre la relación de nuestra sociedad con los mayores. Así es como se ha ido transformando ese vínculo
Suecia, marzo de 2020. El coronavirus ha provocado las primeras muertes en el país, uno de los más desarrollados del planeta. Las autoridades optan por un confinamiento “relajado”, basado en la responsabilidad individual de los ciudadanos. Así, mientras medio mundo está encerrado durante la pandemia, los suecos disfrutan en las terrazas de la capital. En especial, gente joven y saludable. El producto de décadas de un sólido estado de bienestar
Pero mientras los jóvenes suecos bebían vino bajo el sol primaveral, en las residencias de ancianos de Estocolmo acontecía un verdadero drama. El virus, especialmente letal para los mayores, se había abierto paso. A mediados de mayo, la Agencia de Salud del país calculó que la mayoría de fallecidos por Covid-19 (en ese momento, casi cuatro mil) tenía más de setenta años. Y que la mitad de las muertes se habían producido en residencias. “Hemos fallado en la protección de nuestros mayores. Ha sido un fracaso de nuestra sociedad”, declaró la ministra sueca de Salud.
Lo cierto es que la figura de los ancianos ha ido perdiendo valor de forma acelerada