Una terapia no farmacológica se abre paso en España para estimular a pacientes con demencia y dolencias similares
A Vicente Pérez se le ilumina el rostro al verlo. Estira los brazos para alcanzar el muñeco que le ofrecen. “¡Qué bonito eres!”, le dice sonriendo. Este hombre alto y corpulento, que un día fue albañil, tiene hoy 90 años y padece alzhéimer. Cuentan en la residencia en la que vive desde hace casi dos años que ya interacciona poco con el entorno y que sus hijos se emocionan al escucharlo cantar nanas a quien cree que es un bebé. Él, que cuando era joven no fue muy niñero, ahora da besos a lo que puede parecer un juguete, pero en este caso es parte de una terapia. Le ayuda a reducir la agitación, a mantener la atención, a pasar de ser cuidado a convertirse por un rato en cuidador. Este enero pusieron en práctica una terapia no farmacológica consistente en tratar a los pacientes con muñecos. Los reciben por espacios cortos de tiempo, supervisados por la terapeuta ocupacional. Todo el centro está entrenado, desde auxiliares al personal de cocina. Saben cómo entregarlos y cómo retirarlos, tienen que tratarlos como si fueran bebés: la decena de internos que participan en la actividad piensa que lo son. Ya llevan unos años trabajando con muñecos con algunos de los 75 residentes y han observado sus beneficios. Además de la mejora de las relaciones personales, perciben la reducción de síntomas como la apatía, la agitación o la deambulación.
Fuente: El País13
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