Adrián Russo
Cofundador de Walnus
Adrián Russo cuenta con más de 20 años de experiencia en la creación y gestión de negocios, una buena parte de los cuales dedicados al desarrollo del sector de las nuevas tecnologías. Junto con Mikel Aguirre, otro emprendedor, es el artífice de Walnus, una plataforma online especializada, que permite, a través de información y prestación de servicios y productos, ayudar a personas con dolencias neurodegenerativas, así como a sus familiares y cuidadores.
Lejos de las voces que demonizan el uso de las nuevas tecnologías, este experto defiende las grandes oportunidades que Internet, el big data y las aplicaciones seguras abren para mejorar la salud, la calidad y las condiciones de vida de las personas mayores. Solo carencia algo esencial: que la sociedad y las administraciones públicas apuesten seriamente por este camino y crean que la tecnología es la gran aliada para garantizar un buen servicio a este colectivo de población.
En España, en 2050, las personas grandes representarán el 30% de la población y los más grandes de 80 años superarán la cifra de 4 millones. ¿De qué manera las TIC pueden ayudar a prevenir el deterioro cognitivo?
A través del ordenador, la Tablet o los teléfonos móviles inteligentes podemos acceder a ejercicios online que nos permiten hacer entrenamiento mental. Estos sistemas ayudan a detectar el grado de actividad cerebral y se van adaptando a las dificultades de cada usuario. En base a ciertos algoritmos, plantean a cada persona retos asumibles, adaptados a cada situación, para que el usuario pueda conseguir llegar al final del ejercicio, sin caer en la frustración.
La tecnología también permite reforzar los vínculos emocionales. Cada vez es más complicado mantener un contacto continuado y permanente con la familia, por el ritmo de vida actual. La llamada telefónica es algo que ya hace tiempo que funciona por parte de las personas mayores, pero ahora disponemos de la posibilidad de hacer videoconferencias, cosa que ayuda a detectar el estado anímico de la persona.
Para muchas personas mayores, la auténtica revolución ha estado también la posibilidad de recibir y enviar fotografías a través del teléfono móvil. Se trata de una motivación más para comentar, interactuar con la familia y estar vinculados con la en torno a generaciones más jóvenes y poder participar emocionalmente.
Un reciente estudio presentado en el marco de FiraGran indica que casi la mitad de las personas mayores hace uso de las redes sociales para combatir la soledad. ¿Le parece preocupante?
Para mí lo más importante es que haya una relación. El hijo que ya visitaba los padres con los nietos seguirá haciéndolo y el que no lo hacía, pues seguramente seguirá en la misma línea. Las redes sociales no restan, al contrario, suman.
Con el único que restan es en la parte de seguridad y en una cierta invasión de la intimidad, pero la ganancia final es muy superior. A pesar de la tecnología, la parte afectiva que se crea entre las personas hay que seguirla teniendo operativa y esto solo depende de todos nosotros.
Hace años se hablaba de una brecha digital en el caso de los mayores de 65 años. ¿Sigue existiendo?
Todavía sigue existiendo, a pesar de que se ha ido reduciendo, por motivos naturales, puesto que hay personas que han ido muriendo. Pero, de momento, no he visto muchas aplicaciones y soluciones que apoyen a la hora de reducir esta brecha.
Siempre que se han creado aplicaciones se ha hecho para un público muy masivo, más consumista y, por lo tanto, solo pensadas para determinadas edades. Cuesta encontrar aplicaciones dirigidas a personas mayores.
¿Qué debe tener una aplicación dirigida a personas mayores?
Hace falta que sea muy visual, multitáctil, con botones grandes, que incorpore un lenguaje simple, fácil de entender y con el idioma nativo del usuario. Es importante que sea una aplicación segura, que garantice, por ejemplo, que haga el que haga aquella persona, detrás no hay una compra ni tampoco publicitado. Siempre tiene que haber un botón muy visible para devolver en la página de inicio, para que la persona, si lo necesita, se vuelva a situar.
Por encima de todo, hace falta que la aplicación incluya algo que motive a la persona grande, aportando un servicio que lo interese, como fotos o juegos atractivos, por ejemplo.
¿Como introducir las TIC en el ámbito de las personas grandes cuando tienen un déficit visual, auditivo o de movimientos?
Existen tecnologías que introducen instrucciones de voz para las personas sin movilidad y que son fáciles de implantar en cualquier dispositivo. Para personas con déficit visual hay adaptaciones en cuanto a ciertos colores y sombras. La tecnología siempre se podrá adaptar, pero, desgraciadamente, el mercado sigue centrándose hacia un público más masivo.
Hay dispositivos y alarmas para detectar si una persona mayor ha abierto la nevera, ha encendido demasiadas horas el televisor o se ha movido por dentro de su domicilio, y que pueden ayudar, pero que también generan rechazo, porque suponen una invasión de su intimidad.
Hoy en día todavía cuesta mucho vincular los servicios sociales con el entorno al usuario, la familia, los cuidadores o la red de voluntarios y vecinos de la persona mayor. ¿Por qué no aprovechamos las nuevas tecnologías para crear una gran red que conecte la persona mayor con los servicios sociales, la comunidad y la familia? Es una vía para compartir impresiones, informaciones y tomar decisiones.
El proyecto Radares, que hace algunos años que funciona en la ciudad de Barcelona, es un ejemplo, pues involucra vecinos y ayuda a combatir el aislamiento de las personas mayores. Las personas queremos ayudar y además hay voluntarios que están dispuestos a sumarse, pero hace falta un instrumento y una red social segura que lo permita. Las escuelas también tienen que poder crear proyectos y vivencias que vinculen los niños con las personas mayores. ¡La clave es que las administraciones abren las mentes y creen un entorno para facilitarlo!
¿Qué es el big data y como puede ayudar a mejorar la calidad de vida de las personas mayores? Póseme un ejemplo.
El big data permite recoger millones de datos que se mezclan para sacar conclusiones. Ahora se utiliza sobre todo a nivel de marcas y de marketing para detectar las costumbres de los consumidores, pero nos puede permitir analizar ciertos hábitos como la alimentación, los horarios o la carencia de calidad del sueño.
Esto se importante, pues unos niveles determinados niveles de mala calidad del sueño o una cierta lentitud en la movilidad pueden ser indicativos de un inicio de proceso de deterioro cognitivo que pueden conducir, por ejemplo, hacia una demencia.
Proyecta una vida en la cual estamos absolutamente controlados. ¿Cuál es el límite? ¿Cómo podemos proteger nuestros datos?
Hay que ir a utilizar aplicaciones de confianza, que habitualmente son las de pago. Todas las aplicaciones gratuitas tienen un mal y es que como usuarios estamos vendiendo nuestros datos personales. Recientemente han salido leyes para intentar regular esta situación, pero la realidad va por delante.
Facebook, por ejemplo, permite a las empresas pagar anuncios en función de edad, preferencias y costumbres de sus usuarios. El neuromarketing está presente en esta red social y también en otros, y, por tanto, tiene este problema.
En general, aconsejamos tener antivirus y aplicaciones que permitan borrar remotamente los datos, en caso de robo del dispositivo. Pero en todo caso, no hace falta la tecnología para sufrir estafas o hacer un mal uso. Tenemos ejemplos, como el caso de las preferentes de los bancos, que no han tenido nada que ver con las tecnologías.
No nos podemos confiar, hay que ser conscientes, pero a la balanza hay que ver las TIC como algo que suman, suponen un salto y una ganancia para mejorar la calidad de vida de las personas mayores.