Directora de la Universidad de la Experiencia
En la Universidad de La Experiencia no hay ni exámenes ni evaluaciones. Se trata de la oferta formativa que la Universitat de Barcelona (UB) ofrece a las personas que tienen a partir de 55 años de edad. Sus alumnos combinan asignaturas específicas del programa formativo y también materias optativas en las cuales comparten aulas con los estudiantes del grado correspondiente.
La principal artífice de la Universidad de la Experiencia es su directora, Susanna Vendrell, que el curso 2010-2011 emprendió este proyecto, por encargo del rectorado de la UB, para dar respuesta a una necesidad social. Desde entonces la oferta formativa no ha parado de crecer. Hasta ahora, los programas de Historia e Historia del Arte son unos de los más solicitados.
¿Después de toda una vida trabajando, por qué seguir formándose?
Es una manera de instaurar un ritmo, de quitarse, salir de casa y relacionarse con los otros. Aunque sean dos días a la semana, ayuda a organizar el resto de la semana. Para que esto funcione tiene que haber un compromiso con un mismo. Uno se forma porque tiene una curiosidad y está abierto a descubrir nuevos intereses.
¿Es pues un activo para envejecer en salud?
Efectivamente. En cualquier caso, para envejecer de manera satisfactoria la clave es tener una posición ante la vida de aceptación de lo que ha sido la trayectoria de cada cual, pero siempre con una mirada optimista.
Si mantenemos este punto de partida seguramente buscaremos hacer actividades que nos pueden ayudar a envejecer, como hacer actividad física, disfrutar del ocio, ir a conciertos, relacionarnos con las personas y quizás también de formarnos en aquellas materias que durante la vida laboral dejamos apartadas, que nos interesan o a las cuales siempre nos hubiera gustado dedicarnos.
La escritora Rosa Regàs, en su libro La hora de la verdad, dice que la vejez es una oportunidad para practicar aquellas vocaciones ocultas que por cualquier motivo no hemos podido practicar. Estudiar aquella carrera que dejamos a medias o empezar una de nueva.
En la Universidad de la Experiencia damos fe de las vocaciones ocultas. Nos encontramos con el médico que ahora estudia Historia del Arte o el psicólogo que está cursando el programa de astronomía y meteorología porque era una de sus pasiones.
¿Hay alguna historia que te haya impactado especialmente en este sentido?
El caso de en Jose, de 87 años, que ya ha cursado los dos cursos del programa de astronomía y meteorología, en el cual habitualmente siempre hay más demanda que oferta. Su pasión siempre había sido esta y el primer año cuando hizo la preinscripción no pudo acceder al programa y el año siguiente, cuando lo intentó, se quedó a la lista de espera. Nos dijo: “Yo ya tengo 84 años y no me puedo esperar mucho!”. ¡Por suerte aquel curso pudo entrar con la última plaza!
Es uno de los alumnos más activos que tenemos en la Universidad de la Experiencia y ahora ya está matriculado en otro programa. Es el principal cuidador de su mujer, que está enferma de Alzheimer, pero sigue siendo muy participativo.
¿Cómo nació la Universidad de la Experiencia?
El año 2010 me ofrecieron poner en marcha este proyecto y el curso 2010-2011 empezamos con cuatro programas de estudio (Psicología, Bibliotecas, Lenguas y Pedagogía) y unos 200 alumnos. Desde entonces hemos ido creciendo incorporando programas de estudio cada año. Ampliamos con Filosofía, Historia del arte, también con Historia general, Alimentación o Salud.
Desde el inicio, el objetivo es que todas las áreas de la UB estén en la Universidad de la Experiencia, porque además somos la universidad que cubre todas las áreas de conocimiento. Este año hemos abierto Economía social y el curso que viene incorporamos Derecho y en diez años habremos incorporado todas las enseñanzas de la UB.
¿Estamos hablando de un plan de estudios específico?
Son estudios específicos. Partimos de un plan de estudios adaptado, pero lo hace cada facultad y lo trabajamos conjuntamente con la Universidad de la Experiencia. Los docentes son los mismos que los de la asignatura de cada grado correspondiente.
¿Cuál es vuestra filosofía?
Pretendemos que cualquier persona pueda acceder a la universidad y también promover la relación intergeneracional. Es por eso que la formación de los alumnos mayores se hace en cada facultad y no de manera segregada, en un edificio aparte.
Hay algunas asignaturas específicas que las hacen todos los alumnos mayores –con asignatura adaptada pero el mismo profesor que da el grado- y también dos materias optativas que las cursan conjuntamente con alumnas de grado, más jóvenes.
¿Cuál es la reacción de los estudiantes jóvenes a la hora de compartir aula con personas mayores? ¿Qué extraen?
Muchos el primer día se quedan sorprendidos, pero para promover la participación siempre es clave el rol del profesor. En la mayoría de casos, enseguida surge una relación que es buena para las dos bandas. Hay alumnos jóvenes que se han llegado a sorprender de las habilidades informáticas de la gente mayor y en algunos casos también comparten trabajos en grupo. ¡La interacción es factible!
¿Esto tiene un efecto fuera del aula?
Da a las personas mayores y a los jóvenes una visión diferente de lo que son unos y otros. Hace caer barreras y estereotipos y se abren mentalidades. Al final se demuestra que cuando puedes hablar con el otro desde el tú a tú, porque hay ciertos intereses o inquietudes comunes, la cuestión de la edad y la diferencia desaparece.