Cuando lo más cierto y verdadero es esa sonrisa que muestras sin que haya nadie al lado. Son tiempos difíciles, pero es curioso que tenga que sacudirse a la humanidad entera para darse cuenta de lo que verdaderamente importa. Los tópicos, lo que queda bien decir, esa solidaridad a medias, ese mirar por los más desfavorecidos. Ahora todo aflora. En la crisis del 2008 todos decían: “Saldremos reforzados”; bien, ahí tenéis el ejemplo, ¿realmente salimos reforzados como personas?, creo que no. Volvimos a lo mismo, a mirar nuestro ombligo.

Ahora se paró el mundo, señores, se paró. Nuestros mayores se van, aquellos que nos acogieron en las malas de aquella crisis, aquellos que vivieron lo invivible, que habían sufrido lo insufrible. Ahora, ellos, que no conocían la palabra miedo, que nos enseñaron a besar el pan antes de tirarlo, ahora se van, y tienen miedo, pero sabéis una cosa, creo que ellos nunca dejan de sonreír, porque han vivido contra el viento. Así que ahora, cuando nos invaden los gurús mediáticos que nos mandan mensajes de positivismo y energía, y de valorar lo que tenemos en casa, a mí, lo que me queda es tener el derecho a quejarme y a estar de mal humor, y que sonreír sea una tarea ardua, cuando tus hijos han perdido el empleo, cuando la incertidumbre penetra en todas tus tareas, ahora haciéndolas desde casa y piensas, estamos jodidamente mal, poco hemos aprendido de nuestros mayores.

Pensad cuando salgáis a aplaudir desde las trincheras, que los tiempos difíciles no duran siempre, pero las personas seguiremos, y de qué forma lo haremos. Aplaudir a nuestros mayores, que tuvieron la gloria de superar y sonreír. Siento no poder ser optimista, hoy mismo desearía bajarme de esta pesadilla. Hoy solamente me queda prepararme para lo difícil, y esperar poder ser una cuarta parte de lo fuertes que son nuestros mayores. La primera frase de este escrito la debí poner al final. Cuando lo más cierto y verdadero es esa sonrisa que muestras sin que haya nadie al lado.

Fuente: El Periódico

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