En el caso de que mejorar la salud y lucir un cuerpo de buen ver no le resulten estímulos lo suficientemente atractivos, aquí va otro argumento más para dejar de comer mucho. Más que una razón de peso —que también— es un incentivo para alargar sus expectativas de vida.

Según dos investigaciones realizadas por científicos de varias instituciones estadounidenses recogidas en Nature (www.nature.com), la ingesta de una dieta baja en calorías redunda en la ralentización del envejecimiento humano.

Entre otras muchas cosas, comer menos también activa genes que estaban dormidos, relacionados con una mayor agilidad en los procesos mentales, conducta motora, aprendizaje y memoria… Y nos protege frente a la incidencia de enfermedades típicas de la vejez, en especial las de tipo neurodegenerativo.

Puede adoptarse la regla de comer menos a cualquier edad y nos ayudará a interiorizar aquello de que hay que comer para vivir, y no a la inversa.

Fuente: El País – Buenavida

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