Olga Ibáñez, psicóloga de la Fundació Roure
“‘Vivir y convivir’ es un programa que puede ayudar a la salud emocional de las personas mayores”
Mientras que el acceso a la vivienda por parte de los jóvenes se hace cada vez más difícil, cerca de 2 millones de españoles mayores de 70 años viven en situación de soledad no deseada. Hace más de dos décadas que en Barcelona funciona un programa que intenta dar solución a estas dos situaciones de forma que ambas partes ganen. Es el programa de solidaridad intergeneracional “Vivir y convivir“, gestionado por la Fundació Roure.
Se trata de una experiencia solidaria entre personas de diferentes generaciones desconocidas entre sí, que se ayudan mutuamente para lograr un bienestar conjunto y una mejor calidad de vida en un sentido amplio: compañía a cambio de alojamiento. Un programa en el que cada parte aporta y al mismo tiempo recibe, pero que, sobre todo, tal y como Olga Ibáñez, psicóloga de la Fundación Roure explica, “es un programa que puede apoyar a la salud emocional de las personas grandes”.
De hecho, el programa pretende promover y facilitar relaciones solidarias y de ayuda mutua intergeneracional. Y el funcionamiento es bien sencillo: proponer alternativas al problema de la soledad en personas mayores y facilitar alternativa de vivienda a los/las estudiantes jóvenes. Los requisitos para poder participar son muy fáciles: la duración de la convivencia como mínimo es por un curso académico, pero se puede prorrogar, y los jóvenes tienen que pasar seis noches en casa de la persona acogedora y la hora de llegada es a las 22:30h como máximo. En la actualidad, más de 100 parejas “viven y conviven” en Barcelona bajo estas premisas.
- Olga, hace más de 25 años que está en marcha en Barcelona el programa de convivencia intergeneracional “Vivir y Convivir” gestionado por la Fundación Roure. Más de dos décadas poniendo remedio a dos problemáticas como son la soledad de los grandes y la dificultad de los jóvenes estudiantes para encontrar vivienda asequible. Cuál es el balance que feudo de estas dos décadas formando “parejas”?
Bien, ya pronto hará 3 décadas, puesto que se inició el 1996. Y el balance es positivo, puesto que las dos necesidades por las cuales se inició el programa siguen igual o más vigentes que el primer año. Lo más importante, es que durante todos estos años, y sobre todo a partir de la pandemia, hemos visto que es un programa que puede apoyar a la salud emocional de las personas grandes.
- ¿Ha evolucionado mucho el perfil de las personas grandes que se suman al proyecto?
Sobre todo en la edad de inicio de participación por parte de las personas acogedoras: vemos que cada vez aumenta más la edad de entrada en el programa de las personas mayores puesto que ha aumentado la esperanza y calidad de vida de éstas. De todas maneras, pensamos que es mejor empezar antes, porque así pueden disfrutar de la compañía de una persona joven que les puede aportar vida, conversaciones, salidas, etc. Es decir, un enriquecimiento personal.
- El programa nació, de hecho, para conseguir que la gente mayor pueda mantenerse en sus viviendas, a pesar de que viva sola. Pero, precisamente, es luchar contra la soledad lo que más se ha conseguido con este programa. ¿No es así?
Es cierto que el convivir con un joven puede alargar la permanencia de la persona mayor en casa, situación que la mayoría deseamos para nuestra vejez, pero sobre todo, es importante que el estudiante no asuma el rol de cuidador, y por eso, muchas veces la persona mayor necesita otros recursos de apoyo. También es cierto que las personas acogedoras no solo entran al programa para luchar contra la soledad sino que también participan porque tienen miedo por las noches, por la tranquilidad de los hijos, para ayudar a un joven, para sentirse útiles, etc.
- ¿Cree que los mayores de ahora se sienten más solos que los de hace 40 años?
Es posible, porque hemos pasado de un modelo de familia extensa, en que varías generaciones convivían bajo el mismo techo, a una familia nuclear (solo de padres e hijos). También influyen otros factores, como que la sociedad cada vez es más individualista, que los hijos tienen otras responsabilidades (trabajo, niños, etc) y las viviendas son mucho más reducidas que hace 40 años.
- Como sociedad, ¿qué podemos hacer más para luchar contra la soledad de nuestros mayores?
Escucharlos más, hacer que estén vinculados a actividades comunitarias, que mantengan relaciones sociales, en definitiva, que tengan una vida más activa de la que tienen.
- ¿Cree que ahora la juventud es más solidaria intergeneracionalmente hablando?
No podemos hablar de la juventud en general, pero la juventud que participa en nuestro programa sí que es solidaria, puesto que es muy similar a hacer un voluntariado. Están dispuestos a sacrificar tiempo de ocio para compartirlo con una persona de otra generación.
- Ahora mismo hay más de 100 parejas que viven y conviven bajo el paraguas del programa “Vivir y convivir”. ¿Nos podría explicar algún caso de gran éxito, algún ejemplo?
Cada experiencia tiene su parte de éxito. Cada convivencia tiene su idiosincrasia y su manera de relacionarse según los caracteres, las aficiones en común, etc. Si os interesa, en la Fundación tenemos redes sociales donde van saliendo historias de todos los proyectos, y también del Vivir y Convivir.
- Intercambio intergeneracional, entonces, funciona. Porque, parece que ahora la gente mayor y la juventud están más separados que nunca: una generación digital, frente a la generación todavía analógica. ¿Cuál es, entonces, la “clave” para que estas parejas funcionen?
Precisamente la complementariedad: el joven puede enseñar al mayor el funcionamiento del móvil pero el mayor le puede explicar cómo vivió la Guerra Civil en primera persona. Precisamente, el éxito de las relaciones intergeneracionales es el que pueden aprender el uno del otro, el enriquecimiento mutuo y el conocimiento de dos generaciones que hoy en día están muy distanciadas. Es un tipo de relación que sirve para romper estereotipos de la otra generación y se generan amistades muy bonitas que pueden perdurar en el tiempo una vez acabada la convivencia.
- Como psicóloga experta en la tercera edad ¿cuál cree que, ahora mismo, es el problema más grande al que se enfrenta la gente mayor en Cataluña?
Cada vez tendremos una sociedad más envejecida y tenemos que intentar que todos los recursos que se están creando se aprovechen. Evidentemente, también tendremos que trabajar mucho, para poder crear alternativas en los recursos que hay actualmente. Los problemas pueden variar según las circunstancias individuales. Pueden tener que ver con la salud y el bienestar, con los ingresos limitados para hacer frente a los gastos crecientes, con la soledad o el aislamiento social, con la digitalización…