Las personas que sobrevivieron a los inicios de la epidemia se enfrentan ahora a un envejecimiento prematuro

“¿Cómo me había de imaginar que llegaría a los 60 años? ¡Pero si yo no me esperaba ni llegar a los 40! “, Confiesa Ana Martín, que en septiembre pasado sopló las velas de cumpleaños. Desde que le diagnosticaron VIH, con 25 años, se ha dedicado a vivir intensamente: “Como me había de morir en cualquier momento, no he parado quieta y he vivido cosas que si hubiera sido sana no habría vivido”.

El día 1 de diciembre se celebró el Día Mundial del Sida, Ana habla abiertamente del VIH que contrajo a mediados de los años 80, cuando la heroína hacía estragos entre los jóvenes de su generación. Ella vivía en Ibiza y era consumidora esporádica. “La heroína era la droga de moda, todo mi grupo consumía y yo quería encajar”, dice. Vivía en Suiza -tiene espíritu de rodamon- cuando le empezaron a llegar noticias de amigos del grupo que se iban poniendo enfermos. “Y pensé” si ellos lo tienen, ¿por qué no yo, si hemos compartido jeringuillas? »”. Y en uno de los viajes a Barcelona, ​​donde vive su familia, se hizo la prueba. En aquella época, recuerda, se hablaba de “cáncer gay” porque el sida identificaba erróneamente con una enfermedad que sólo afectaba a los homosexuales. Ana dice que el diagnóstico no la sorprendió. “Venía preparada. Murió mi hermano, el novio que tenía entonces… Todos habían contraído el VIH y sabía que me podía tocar”.

Fuente: ara.cat

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