Primera deportista española que disputó una final olímpica.

Mari Pau Corominas (Barcelona, 1952) fue campeona de España de natación con solo 13 años de edad y a los 16 años consiguió, entonces, un hito histórico: ser la primera deportista española a disputar una final olímpica. Fue a los Juegos de México de 1968.

Ya han pasado 50 años, pero esta nadadora, que abandonó la práctica deportiva como profesional con solo 18 años de edad, sigue mostrando un cuerpo envidiable. ¿Y cual es su secreto? “Sin agotarme mucho, pero he seguido practicando deporte a lo largo de mi vida y no solo natación”, asegura.

Este año ha sido galardonada con uno de los galardones de FiraGran, el primer Salón de las Personas Mayores de Cataluña, en reconocimiento a su aportación a favor del deporte femenino.

¿Cómo empezó su afición?

Empecé a hacer cursillos de natación a través de mi escuela. Era en 1964 y a la carrera de final de curso que celebramos en la piscina de Montjuic gané con mucha ventaja. El monitor que nos entrenaba habló con mi familia para ver si había posibilidades de que yo pudiera empezar a nadar fuera de la escuela y mis padres aceptaron y me apuntaron al Club Natación Sabadell.

¿Le era difícil compatibilizar con los estudios?

Al principio compatibilicé la escuela con la natación. El primer año iba a Sabadell cada dos días, pero el segundo año ya iba todos los días, al salir de la escuela. Cogía el tren, porque vivía a Barcelona. Era un esfuerzo, pero los entrenadores del CN Sabadell vieron que tenía posibilitados.

¿La atrapó entonces la natación?

Entonces no era del todo consciente de lo que me pasaba. Como nadadora, mi entorno no era suficiente consistente, pero el primer año quedé como campeona de España y quedé atrapada en este deporte y con ganas de continuar.

Es considerada como una de las mejores nadadoras catalanas de la historia y al final de su carrera consiguió prácticamente todos los récords. ¿Le ha quedado alguno pendiente?

Conseguí nueve rècords de España y la verdad es que hice historia, fui la primera deportista que llegó a una final olímpica española. El último año, para conseguir los nueve récords de España, me marché a Estados Unidos durante seis meses para hacer natación en una universidad americana con uno de los mejores entrenadores que había. Fueron seis meses muy duros, pues los entrenamientos eran de gran nivel y había muchos más conocimiento que aquí. Bien es verdad que mi carrera fue corta, pero estamos hablando otros tiempos.

¿Decidió abandonar su carrera con 18 años de edad. Lo dejó con pena?

En aquel momento no disponía del entorno ni del acompañamiento que necesitaba. Nadie de la federación me dijo que siguiera y yo decidí dejarlo y ponerme a estudiar la carrera de Económicas.

Los de mi generación fuimos deportistas absolutamente amateurs. Unos años después ya se fue facilitando mucho más, que los deportistas jóvenes pudieran compatibilizar carrera deportiva y estudios, algo que en mi momento era muy complicado.

¡Pero abrió paso para los que vinieron después!

No solo yo abrí, ¡las que siguieron detrás mío hicieron mucho trabajo! Hace 30 años, con los Juegos Olímpicos de Barcelona se creó el programa ADO, con ayudas económicas para los deportistas y la posibilidad de compatibilizar los estudios con la carrera deportista. Nosotros abrimos camino.

¿El deporte la ha seguido acompañando?

Nunca he dejado de nadar, pero a mi me gusta más hacer deporte en grupo. También juego a golf, ando, subo y bajo escaleras y hago natación con Marnatón, un grupo pionero de nadadores de travesías de entre 40 y 70 años de edad, que se creó hace 12 años. Ahora entreno dos veces a la semana.

Me gusta mucho estar en el agua, pero no aguanto mucho el agua fría. Pasé mucho frío de joven, en la piscina, y esto me ha quedado grabado. Si estoy dentro del agua tengo que hacer actividad.

El año pasado, para celebrar los 50 años de su participación en la final olímpica, lo celebró haciendo la travesía en el Estrecho de Gilbraltar. ¿Cómo surgió la idea?

Un año antes pensé que había que celebrarlo. Desde pequeña tenía el recuerdo de la nadadora Montserrat Tresserras que había hecho la travesía del Estrecho de Gibraltar, algo que consideraba épico. Algunos compañeros míos del grupo de natación me dijeron que no era tan complicado.

Hablé con mis compañeros de los Juegos Olímpicos pero no estaban en forma y, entonces, decidimos prepararnos con tres nadadores más de Marnatón. Nos preparamos durante seis meses: hicimos todas las revisiones médicas, entrenamientos, pruebas deportistas e incluso fuimos a un coach.

¿Como se sintió?

Sentí una gran satisfacción, de pensar que yo había ayudado a hacer que fuera una buena travesía. ¡Cuando llegué no me lo creía! Para mí era algo mítico. Lo hice con facilidad, no me cansé y aquí sí que disfruté mucho del agua. Durante aquellas cuatro horas no pensé en los tiburones, ni en las ballenas ni en las medusas.

Mientras nadaba hice como una meditación, rememorando mí historia de la natación y poniendo en valor a toda la gente que me había ayudado, sobre todo mis entrenadores. Dediqué la travesía a Joan Antoni Samaranch, que pienso que no tuvo el reconocimiento que se merecía. Fue una travesía de agradecimiento. Ha sido un punto final pero también un principio.

¿Cuál ha sido la lección?

A una cierta edad se puede seguir practicando deporte. Aunque seas mayor puedes seguir aprendiendo y compartir tus conocimientos y habilidades con otras personas que puedan disfrutar y crecer contigo.

Con la experiencia del Estrecho de Gibraltar comprobé que el deporte no se acaba con los años. Estuvimos cuatro horas casi sin cesar. ¡Íbamos muy preparados pero está claro que esto no lo hubiera podido hacer a solas! Saber apoyarse en los otros es clave.

¿El deporte femenino va ganando terreno. Se siente parte de esta lucha?

Últimamente y desde los Juegos Olímpicos de Barcelona he tenido muchas entrevistas y siempre hablan de mí como pionera, porque llegué a una final olímpica. Ahora no tendría el valor histórico que sí que tuve en aquel momento. Yo, entonces, me veía muy pequeña junto a aquellas nadadoras de la antigua Alemania del Este.

Ahora me reconforta ver como las mujeres van situándose en el mundo del deporte, pero todavía hay camino por recorrer, sobre todo en las competiciones de equipo.