El confinamiento durante el estallido de la pandemia y su impacto en la vida social nos han acercado a un fenómeno hasta ahora  desconocido para muchas personas: la soledad no deseada. 

La soledad no deseada es un sentimiento subjetivo que se da cuando las relaciones que tiene una persona no son suficientes o no son las que desearía. De hecho, ha sido  definida a lo largo de los últimos años como una pandemia silenciosa y creciendo que tiene  impacto en la salud pública. Los efectos que lo sentirse aislado tiene sobre el estado de salud están siendo cada vez más documentadas en la literatura científica, relacionándose directamente con una “hiperfreqüentación” de los servicios médicos o en el incremento de la medicalización de las personas (especialmente entre las más grandes de 65 años).

La carencia de interacción comporta también un menor acceso en las redes informales de apoyo del entorno, hecho que puede incrementar la vulnerabilidad social de las personas y derivar en una mayor demanda de recursos de los servicios sociales.

La soledad puede perjudicar la salud

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