Bartolomé Freire, doctor en Psiquiatría, psicoterapeuta y experto en jubilación

Tengo 73 años. Nací en Galicia y vivo en Madrid. Casado, 2 hijos y 3 nietos. Jubilado de la práctica clínica, pero docente y supervisor de tratamientos psicoterapéuticos. Siento que no se respeta la individualidad y que se manipula comercial y políticamente a las personas. Soy agnóstico con valores cristianos.

Hay jubilados tristes.

Sí, jubilados anclados en rutinas; otros enriquecen su vida y encuentran un nuevo camino.

Ha hecho usted un estudio sobre cómo afrontamos ese cambio vital.

Quería conocer qué es lo que nos motiva, lo que nos ilusiona y hace que vivamos el día a día plenamente en esa etapa de la vida, y encontré cinco maneras diferentes, cinco prototipos, de buscar sentido y afrontar ese periodo.

No debe de ser un cambio sencillo.

La jubilación supone cerrar una etapa importante de la vida, pierdes un rol laboral que ha contribuido a definirte como persona y ha establecido cómo te ven los demás. Pone en marcha un proceso de duelo.

…También de alivio.

Yo creo que la jubilación es una nueva oportunidad; junto a esa sensación de vacío hay sentimientos exultantes: sentirte dueño de tu tiempo, libre para hacer lo que quieras.

Pero la sociedad te etiqueta de trasto.

Es un prejuicio infundado. Con la edad se pierden algunas capacidades, pero se ganan otras. Está demostrado que las personas mayores son más felices que las jóvenes, más tolerantes, pueden integrar aspectos contradictorios y toman mejores decisiones.

¿La mayoría de los jubilados son disfrutadores?

Sí, son el grupo más numeroso analizado, un 35% del total. Identifican la jubilación con la oportunidad de hacer cosas que les gustan, renuevan sus relaciones y dejan al margen horarios y compromisos fijos.

¿Qué le sorprendió de este grupo?

La mayoría son mujeres para las cuales es importante compensar una vida llena de obligaciones concentrándose ahora en disfrutar y crecer personalmente.

Buen plan.

Por el contrario, en el grupo de atareados, el segundo más común, la mayoría son hombres con un nivel académico medio-alto que han desempeñado trabajos con los que han disfrutado y que, o bien los mantienen como pueden, o se buscan una tarea que los sustituya en torno a la cual organizan su vida.

Una manera de intentar parar el tiempo.

Lo opuesto a los exploradores, que tienen asignaturas pendientes y por fin encuentran el momento de desarrollarlas, de ampliar horizontes y aprender. Me encontré con personas que estudian una nueva carrera, otras que desarrollan habilidades artísticas con gran satisfacción.

Consiguen realizarse y sorprenderse a sí mismas.

La jubilación para el grupo que califico de exploradores ha sido un punto de inflexión, se han escuchado a sí mismos, han identificado otros anhelos, les han dado cauce y han logrado satisfacerlos, y eso les hace crecer como personas.

Los sosegados prefieren la tranquilidad.

Quieren vivir una vida sin tensiones disfrutando de lo que hay. Son personas muy centradas en su entorno familiar que no se plantean alcanzar nuevas metas. Su peligro es aislarse y distanciarse en su contacto con el mundo exterior.

¿Qué grupo es más proclive a tumbarse en el diván?

Los desenfocados, los que no encuentran su lugar en la jubilación, que no tienen un proyecto personal o lo han llevado de una manera errática y superficial, y están al albur del entorno. Se declaran insatisfechos con lo que están viviendo y suelen referirse a sus funciones de manera peyorativa: “Yo soy el abuelete”, dicen.

¿Derrumbe de autoestima?

Sí. No disfrutan de sus actividades cotidianas. En este grupo hay una frecuencia más elevada de prejubilados por iniciativa de la empresa.

¿Hombres y mujeres afrontan este cambio de manera diferente?

Los hombres confiesan miedos ante ese cambio: qué hacer con tantas horas al día, les cuesta separarse de la empresa y mantienen costumbres adquiridas como llevar corbata o salir de casa a la misma hora a la que salían para ir a trabajar; si han sido ejecutivos, añoran su estatus.

¿Y las mujeres?

En las encuestas ninguna comentó que sentía “haber perdido valor” por jubilarse, más bien al contrario, decían que habían vivido condicionadas por padres, marido, hijos, casa y trabajo, y que ahora por fin podían desplazar el centro de gravedad dentro de sí mismas.

¿Cómo entiende usted la jubilación?

Es probablemente la etapa de la vida en la que somos más libres, cada uno es responsable de su jubilación, de escoger un camino, y creo que esa oportunidad es un regalo y una experiencia inédita.

¿Cómo afrontarla con ciertas garantías?

En el inicio de la jubilación me parece importante que uno se dé tiempo, porque hay una cierta tendencia a llenarse la vida de cosas. Tiempo para ver cómo te está afectando, porque de ahí vas a sacar claves que van a ser muy importantes para saber qué quieres. Hay que primar el ser y el estar al hacer.

Para saber qué quieres debes saber quién eres.

Eso implica mirar hacia atrás, hacer una revisión de tu vida, y no es fácil. Y creo que también es bueno correr algún riesgo, salirse del camino trillado, hacer algo que abra tu horizonte.

Fuente: LA VANGUARDIA

https://www.lavanguardia.com/lacontra/20200218/473646385674/la-mayoria-de-los-jubilados-son-disfrutadores.html