Entrevista a Lola Cabrera

Psicóloga experta en procesos de duelo

Faltan pocos días para que lleguen las fiestas de Navidad y mientras hay personas que vivirán estos días en un ambiente de hermandad y de compartir sobremesa con su familia, otros sentirán más que nunca la soledad, porque quizás este será el primer año que no tendrán a su lado el ser querido.

Algunos expertos denominan esta situación como el síndrome de la silla vacía, pero al fin y al cabo todo esto no deja de ser una etiqueta para el proceso que debe gestionar una persona ante este tipo de pérdidas. Hablamos con la psicóloga clínica Lola Cabrera, experta en duelo.

La Navidad para muchas personas puede ser un momento entrañable, pero en cambio para otros es un momento especialmente doloroso. ¿Por qué?

Semanas antes de que comience la Navidad las personas que han tenido una pérdida dolorosa se encuentran con una disonancia, según indican todas las señales externas es época de alegría y de estar cerca de los seres queridos y esto resulta incoherente con aquellas personas que sienten, tristeza, soledad y vacío. Es cuando perciben más la ausencia de la persona que ya no está.

“Es necesario que la persona se dé permiso para decidir lo que necesita “

 

Esta situación se da sobre todo en personas que han perdido una persona recientemente o también en situaciones de pérdidas más alejadas en el tiempo?

 

Se dan en los dos perfiles, también en aquellas personas que se han ido quedando sin familia y por tanto en esta época se intensifica el sentimiento de soledad. Al igual que decimos que en el proceso de duelo el objetivo es reinventarse y crearse de nuevo porque ya no volvemos a ser las mismas personas, en el caso de la Navidad también debemos poder reinventarlo y mantener aquellas cuestiones que uno sabe que le ayudarán y eliminar todo aquello sobrante.

 

La familia de la persona afectada siempre lo entiende?

A menudo el entorno no es de gran ayuda y la familia, por ejemplo, puede no comprender que esa persona ese año no quiera seguir manteniendo una cierta tradición. Es necesario que la persona se dé el permiso para decidir lo que necesita en esos momentos.

 

Qué aconsejas que haga?

Seguramente lo más recomendable es hablar antes con la familia. A menudo muchas personas evitan pensar en estas fiestas y así dejando pasar los días y lo que pasa es que encuentran después ante situaciones que les resulta difícil manejar. Puede que necesite encontrarse con un grupo más íntimo de personas o poner una vela, una fotografía o hacer un brindis por la persona ausente, pero siempre es mejor hablar antes que nadie decida por esa persona y se pueda sentir incómodo.

Detectas estas situaciones en los grupos de duelo a los que das apoyo?

Sí. Hay algunos casos en los que los hijos empiezan a presionar, toman el control de la situación y planifican las fiestas de Navidad sin que, en este caso, la persona mayor tome ninguna decisión. Hay que poder hablar. Quizás en algunas cosas, la persona mayor, que ha sufrido la pérdida, deberá ceder, pero en las otras se deberá respetar.

 

Qué pasa cuando hay niños pequeños?

A los niños se les debe poder hablar de todo, también de la pérdida, evidentemente adaptándose a cada edad. Por ejemplo, hay que poder explicar al niño que la abuela ese día vendrá a casa y que quizás en algún momento estará triste, emocionada o necesitará levantarse de la mesa para volver un rato después. Y el niño debe poder entender el por qué de la situación.

 

 “No podemos estar siempre ocultando la muerte a los niños”

 

Es bueno entonces que los niños vean esta emoción?

Algunos adultos explican que, cuando los niños están delante, se marchan a la cocina a llorar. ¿Qué importancia tiene que los vean? No pasa nada. Es necesario que seamos capaces de explicarles que echamos de menos el abuelo, el padre o la persona que haya muerto. Llorar ayuda a liberar el dolor y es también una oportunidad para que el niño nos explique cómo se siente él. Los niños aprenden de las actitudes y los modelos de los adultos. No podemos estar siempre ocultando la muerte a los niños.

Hay personas que después de sufrir la pérdida de un ser querido deciden irse de viaje. Esto es huir del problema?

Es respetable, pero si eliges esta opción tarde o temprano llegará una Navidad en el que muy posiblemente tendrás que quedarte en tu entorno habitual, a no ser que decidas que cada Navidad la pasaras fuera.

Hay personas que deciden hacer algún ritual, como poner una vela o dejar la silla vacía de la persona que no está. Esto ayuda?

Es importante que sea la propia persona que diga qué quiere hacer. Cada uno es diferente. Hay personas que necesitan fotos de la persona y otros que, en cambio, esto les hace mucho daño. A algunas personas les ayuda hacer presente de manera simbólica la persona que han perdido, como por ejemplo encendiendo una vela, poniendo una foto, o colocando al árbol de Navidad algo que lo recuerde. La Navidad es escucharnos también, porque la receta que sirve para uno puede que no sirva para el otro. La pregunta siempre es: esto me ayuda a mí?

¿Qué pueden hacer aquellas personas que después de la pérdida se encuentran que no les queda familia?

En estos casos es importante hacer tejido social, para poder acceder a centros cívicos, entidades o centros para personas mayores que durante la Navidad organizan celebraciones. También en esta época hay residencias geriátricas que abren las puertas a personas mayores del entorno, para que puedan compartir la mesa. Son fechas que te llevan a recordar y a sentirte mucho más solo.

En qué momento de el proceso de duelo empieza a necesitar ayuda de un profesional cuando se convierte en patológico?

No todos los duelos son iguales. No podemos comparar el tiempo de duelo por la pérdida de un hijo que por la pérdida por la muerte del abuelo, por mucho que hubiera una relación especial. Al final, la misma persona que solicita algún apoyo ve que quizá va pasando el tiempo y que se queda instalada en ciertas emociones, como la rabia y la culpa, y que le están impidiendo seguir con su vida.

Cuando podemos decir que se ha superado una pérdida?

Quizá no podemos hablar de superación, sino de aprender a resituar aquella persona querida, que ya no está, en otro lugar cercano en el que no te puedes relacionar a través de los sentidos.