Los problemas más frecuentes en los pies de la gente mayor son:
ies secos y con durezas; ojos de pollo o helomas, localizados preferentemente detrás de los dedos de los pies; durezas o hiperqueratosis, localizadas en la zona plantar de los pies; dedos en zarpa; juanete o hallux valgus; atrofia de la almohadilla adiposa plantar, aumento irregular de las uñas, que se curvan y crecen en forma de cuerno (onicogrifosis). Hay que tener presente que, además, el envejecimiento comporta más susceptibilidad ante la infección y una mayor dificultad en la cicatrización.
Se recomienda:
Actuación ante la aparición de problemas:
- En caso de durezas o de uñas curvadas, se tiene que ir al podólogo; no se tienen que usar callicidas ni objetos cortantes que puedan ocasionar heridas.
- Ante cualquier duda, se tiene que consultar a la enfermera o al podólogo de referencia.
Higiene y cura de la piel
- Se tiene que llevar a cabo diariamente una higiene cuidadosa de los pies, con jabón de PH igual al de la piel y agua a una temperatura aproximada de unos 35º, preferiblemente medida con un termómetro de agua (sobre todo aquellas personas con diabetes o trastornos vasculares en los pies). Si la persona tiene trastornos de la sensibilidad en los pies, es conveniente que se enjuague con toallas de colores claros, que permiten detectar cualquier pequeño rastro de sangre indicativo de la presencia de una lesión que puede haber pasado inadvertida.
- Para conservar la piel hidratada hay que aplicar diariamente después de la higiene una crema sin colorantes ni perfumes, a base de urea, lanolina o glicerina y hacer un masaje suave hasta que se absorba del todo. Se tiene que aplicar tanto en el talón como en el dorso del pie, teniendo especial cuidado para que los espacios entre los dedos no queden húmedos, puesto que estaríamos más expuestos a sufrir infecciones fúngicas (hongos).
- Las uñas de los pies se tienen que cortar rectas o de forma cuadrada, un poco biselada en los ángulos y no excesivamente cortas. Se tiene que usar un corta-uñas o unas tenazas especiales y se pueden acabar de pulir con una lima de uñas (de cartón); se desaconseja absolutamente el uso de tijeras con puntas afiladas o de limas metálicas, puesto que se podría lesionar la piel. En caso de disminución de la agudeza visual o cataratas o de dificultad para llegar a los pies y realizar cómodamente la higiene y la hidratación, se tiene que solicitar la ayuda necesaria.
Elección de los zapatos
- Hay que adaptar el calzado a la anchura y a la longitud del pie (se tiene que aceptar que el calzado es para el pie y no para la vista), sobre todo en caso de deformidades de los dedos o juanetes. El material más adecuado para los zapatos es la piel, porque es transpirable y flexible. La suela del zapato tiene que ser de goma porque es antideslizante.
- Debido a lo atrofia de la almohadilla adiposa plantar característica del envejecimiento, es aconsejable que el calzado tenga una buena suela amortiguadora que proporcione confort y protección mientras se anda o se está de pie.
- El tacón no puede sobrepasar los 4 cm de altura porque por cada 2,5 cm de tacón se añade un 25 % más de presión a la parte delantera del pie, con sus consecuentes problemas de dolor y de deformidad de los dedos.
- Se recomienda comprar los zapatos por la tarde, cuando los pies están más hinchados. También hay que ponerse los zapatos nuevos por casa durante periodos de tiempos progresivamente más largos hasta asegurarse que resultan cómodos y no provocan lesiones ni rozaduras.
- Hay que revisar los zapatos en el momento de ponérselos y de quitárselos para controlar que no haya ningún objeto dentro que pueda provocar una lesión en la piel.
- Los calcetines o las medias tienen que ser suaves (de algodón, de hilo, de lana y sin costuras) y no tienen que apretar demasiado.